May 24, 2009

Un heroe moderno

Vista desde la distancia, Centro América podría parecer un mar en calma en que las guerras quedaron atrás hace un par de décadas, donde la democracia se ha conquistado al fin y el turismo es la apuesta más fuerte para el desarrollo económico.

Sin embargo, más allá de las apariencias, en Centro América todavía se pelea con sangre por la democracia, la justicia y los valores del trabajo bien hecho y la honradez. A nadie ha dejado indiferente el caso de Rodrigo Rosenberg en Guatemala, ya que es la prueba palpable de que los ciudadanos chapines, luchan a diario una guerra cruenta contra la corrupción y el narcotráfico. Atrás quedaron las batallas en las que se defendía la independencia o las ideologías. La guerra actual es la del ciudadano moderno, que quiere lo mejor para su patria y lucha contra los que en vez de servir al país dentro del gobierno, se sirven de él.

 El patriota moderno, que nada tiene que envidiarle en valentía y heroísmo a los próceres que arriesgaron todo por gritar la independencia, o al soldado que no teme caer por defender su bandera. Las armas del héroe de ahora son diferentes: se vale de You Tube y de la Web 2.0, pero al final del día, lo mueve el mismo patriotismo y el amor a la democracia y la justicia. El señor Rodrigo Rosenberg, que no se creía un héroe, a través de un vídeo de 18 minutos, en el que sólo quiere librar a Guatemala y despertar a sus compatriotas del letargo aparente en el que se han sumido, terminó  escribiendo una historia de heroísmo con su sangre.

 Ojalá que las guerras que peleamos a diario en El Salvador, contra la corrupción, la delincuencia y en defensa de la democracia, nunca se tornen tan sangrientas. Ojalá que los salvadoreños, que estamos todavía a tiempo, aprendamos del ejemplo chapín. Que la sangre del señor Rosenberg no haya sido derramada en vano, y sirva su valentía de ejemplo, para animar a los conformistas y a los desesperanzados a levantarse y exigir justicia cuando es necesario.

Aprendamos la lección a tiempo: Defendamos con uñas y dientes el Estado de Derecho. El país lo vale, nuestros hermanos salvadoreños que viven en la pobreza nos lo exigen. Que se haga justicia, y se aplique sin ver currículum o caras. Pidamos cuentas a nuestros gobiernos sin miedo, ya que los impuestos que pagamos nos dan ese derecho. Salvemos a nuestro país oportunamente y dejemos claro: que los salvadoreños no toleramos la corrupción.