Dec 10, 2008

Creando necesidades... o abajo los Post-Its!

La vida era tan descomplicada hace un par de siglos... Las prioridades quizá si eran más apremiantes: entiendo que la lucha por la supervivencia de los primeros hombres, batallando por no convertirse en el último eslabón de la cadena alimenticia, en nada puede compararse por la lucha de la supervivencia en el "corporate food chain", pero nadie negará que ambas son fuentes de estrés.

El punto que quiero hacer, es que el ser humano, con toda la tecnología y su maravillosa inventiva, cuyo propósito es facilitarse la vida, muchas veces termina complicandosela más. Piense por un momento el lector en la cantidad de necesidades que nos hemos creado, y piense además por un segundo en lo innecesarias que son. No hablo de los Blackberrys y el internet, no soy anti-desarrollista, y no soy de la gente que cree que se vivía mejor en el pasado. Considero el progreso tecnológico como un hecho paralelo al desarrollo humano, y si el anterior sirve de medio para el último, mucho que mejor. No, yo hablo de las necesidades absurdas. Como los Post-Its. Hace un par de años, la gente era más práctica. Reciclaba. Para dejar recados, o acordarse de "To-do's" importantes, la gente reusaba el papel viejo, usado por la parte de atrás. Ok, el papel "reciclado" no era autoadhesivo ni fosforecente, ni otorgaba al usuario ningún tipo de status. Pero servían la misma utilidad. Ahora, no es dificil encontrar a una secretaria en una oficina que se queje de que no puede hacer bien su trabajo porque no tiene Post Its. Empleados demuestran su inconsciencia ante la crisis económica que pende sobre nuestras cabezas usando Post-Its para escribir mensajes de una palabra. En pocas palabras, la ineficiencia humana para el buen uso de nuestros recursos naturales se puede ilustrar fácilmente con la cultura corporativa del despilfarro de Post-Its.

Y dirijo mi ira hacia los Post-Its porque considero que en un mundo en el que se ha logrado crear teléfonos que toman fotos y pueden accesar a Facebook, existen también, a bajos precios, las herramientas que hacen virtualmente exactamente lo mismo que un Post-It... Electrónicamente y sin dañar el medio ambiente. ¿Y para marcar páginas? Papel reciclado, y todos contentos.


Dec 1, 2008

Política, la carrera universal

"Those who can, do; those who can't, teach; those who can't teach, teach the teachers; and those who can't teach the teachers, go into politics" 
- Muriel Barbery (The elegance of the Hedgehog)

La política. En boca de todos. Está comprobado que es la única ciencia sobre la que nadie se siente subcalificado para opinar: nadie se atrevería a emitir un juicio apasionado sobre astrofísica sin tener un mínimo conocimiento, por lo menos de su significado. La política, es otra cuestión. Todos creemos tener la suficiencia como para emitir opinión de la manera sobre la que deberían manejarse nuestros países, y quienes optan por no hablar de política, regularmente se escudan en no querer herir susceptibilidades, pero rara vez se oirá un sincero "no sé lo suficiente como para opinar".

Esta universalidad de la opinión política sin conocimiento alguno, no es en sí misma dañina sino hasta que pasa de una mera opinión al activismo y a la participación. Cualquiera, sobre todo en nuestros países latinoaméricanos, está bien calificado para ser político y funcionario. Es sorprendente como las calificaciones requeridas, ni siquiera para ser CEO de una empresa, sino hasta para ser colaborador jurídico en un bufete, o analista financiero en un banco, tienden a ser mucho mayores que las necesarias para una silla en la Asamblea, o para llevar las riendas de este país desde Casa Presidencial. 

Lo que sí es indispensable, es la sonrisa adecuada para salir bien en los anuncios. La energía para aplaudir en todos los mitines, en cada rincón de El Salvador. La paciencia para abrazar hasta la última vendedora de un mercado. ¿Estudios universitarios o post-grados? No. ¿Experiencia previa dirigiendo algún ente o administrando algo? Nope. ¿Record criminal? ¡Qué importa! Lo que importa es que convenza cuando se ponga un sombrero, o que suene creíble cada vez que dice "cambio". Nadie le va a preguntar "cómos" ni "cuandos". Y la culpa la tenemos nosotros: por haber confundico política y capacidad de gobernar con el "appeal" necesario para ser electo. La culpa es de quienes nos miran de regreso cuando vemos al espejo, porque en algún punto de nuestra corta historia democrática, paramos de hacer las preguntas que importan y nos conformamos con que nadie nos las contestara.

Un buen funcionario, quien hace política de verdad, debería ser sinónimo de patriota. Que ponga al país primero y no al partido, porque si no velamos por la continuidad de los elementos que forman "país", como la democracia, la paz, la gobernabilidad, etc., de nada sirve que pensemos en la continuidad de los partidos, que son medios y no fines. Un político real sabe que solo lo es en la medida que esta convencido de lo que habla y que no promete más allá de sus posibilidades. Un buen funcionario sabe que se debe a su pueblo, y que su pueblo no le debe nada: ni privilegios exagerados costeados con los impuestos, ni el derecho a ser prepotente, ni la aplicación diferente de las leyes. 

Si más políticos estuvieran conscientes de lo que conlleva hacer política de verdad, no tendríamos tantos.