Para todos los lectores que han vivido debajo de una piedra por la ultima semana, debo invitarlos primero a que vean este video (denle click, los manda a You Tube por razones de copy rights).
¿Ya? ¿Me siguen? Perfecto. El video ha logrado conmocionar el internet, las redes sociales, a mí, con lágrimas desconsoladas; a los cínicos, los amarillistas y a los cursis, teniendo más de 20 millones de visitas en You Tube (en justicia, soy responsable de unas 10) con apenas 3 dias de haber salido al aire. Debo agregar aquí el comentario obligatorio sobre el poder de las redes sociales de internet, y de la capacidad que han demostrado tener para mover masas y cambiar como rayo nuestro entorno, a través de un tipo de democracia electrónica que a más de uno ha llamado la atención. Debería extenderme a alabar la accesibilidad y empoderamiento que otorgan los medios tecnológicos actuales para dar voz a los sin voz, y poner en el "spotlight" a quienes antes vivían en las sombras de una cueva de ermitaños. Sin embargo, no estaría agregando nada a una discusión que percibe hasta el más falto, y de la que se han escrito no volumenes, sino paginas web enteras (que si el poder de Twitter, que si la relevancia del Facebook, o como lo decía excelentemente un muy admirado amigo "estoy en Facebook, luego existo" - pg25). No, hoy no es el día para esto. Hoy, en vez de hablar como el "social media" está cambiando al mundo, hablemos de como Susan Boyle, "dreaming her dream" cambió al mundo.