Mar 18, 2009

Gris

¡Bienvenidos a la era del gris! Después de 20 años donde o se era blanco o se era negro (tricolor o rojo, para más identificación ideológica), nuestro Presidente Electo, el señor Funes, nos regaló el domingo lo que puede haber sido:

a) Un excelente trabajo del tipo que redacta los discursos. Merece un aumento.
b) Una demostración de como el Frente ha dejado atrás a los dinosaurios, y se quiere subir en el único avión que está despegando para la izquierda, y que es el del socialismo liberal y moderado.
c) Una curita para los dolidos
d) Esperanzas de que la polarización de nuestro pueblo haya sido conquistada con democracia
e) Un show, con una actuación digna de Oscar mientras le guiñaba el ojo a Castro y a Chávez
f) Todas las anteriores

Cada quien juzgue de acuerdo a sus creencias. Yo, por mi parte, a veces prefiero creer en mariposas y arcoiris. No en fantasías, sino en ver la grama verde de mi lado de la verja. La sorpresa (anunciada) del cambio, a pesar de las muchas cosas que pueden decirse al respecto, me ha dado la esperanza de que se comiencen a limar las asperezas de intolerancia y polarización que eran lo común en nuestra tierra. Que si bien nunca vamos a llegar a un acuerdo (a veces me preguntó como acordaron la paz!) por lo menos podemos conquistar la concordia y la tolerancia. Si yo lo veo todo blanco y mi compatriota lo ve todo negro, pues por lo menos en el gris podemos encontrar puntos en común. 

El gane de la izquierda ha tenido múltiples reacciones. Algunos se aferran con más fuerza que nunca a sus creencias y piensan defenderlas a capa y espada, caprichosamente y volviendose estorbos, de ser necesario, solo para demostrar su descontento con la derrota. Otros, cuyos valores y creencias se venden al mejor postor, de preferencia, al postor más poderoso, desde el lunes se cambiaron la corbata azul por una roja, y sonríen viendo si logran subirse al tren del cambio, donde se comenta que se reparten puestos gubernamentales y carteras de Estado. Otros, vemos la esperanza en el asunto. Vemos que al final del día, lo que separa las ideologías son caprichos. Que en el fondo, los patriotas de verdad, aunque pensemos diferente, solo queremos lo mismo: un mejor El Salvador. Que llegamos ahí por diferentes caminos, es otra cosa. Pero si encontramos el punto en común de esos caminos, fortaleceremos la democracia y maduraremos políticamente. 

Yo, en estos cinco años, todo lo veré gris. Partiendo, obviamente, del supuesto de que todavía quedan patriotas de verdad.

Mar 12, 2009

Democracia S.A. de C.V.

Democracia, Sociedad Anónima de Capital Variable. Al analizar la realidad de las democracias que algunos países del mundo viven no podemos pasar por alto que lo que deberían de ser instituciones para, por y del pueblo en la práctica son poderosas máquinas para generar utilidades. El dinero es el combustible que mantiene encendida esta máquina, es parte esencial de todo su proceso. Empieza con la campaña, con el desarrollo de los proyectos nacionales, subsidios, recaudo, PIB hasta llegar a los tan famosos paquetes millonarios de ayuda. Cada una de las etapas involucra cantidades inimaginables de dinero. Ante dicha tentación es sensato decir que en todo país del mundo existe en diferente grado y se manifiesta de diferente manera el factor común de la corrupción.

No es que el dinero sea malo, al contrario, pero es la combinación del poder y el dinero el que permite cosechar condiciones propicias para que cualquiera se apoye en los demás para beneficiarse a sí mismo. Esto nos lleva a preguntarnos muchas cosas, como la funcionalidad de la democracia misma, la calidad de los gobernantes, el nivel cultural de los países en cuestión, entre otras; las respuestas de dichas preguntas son muy complejas y requieren de gran discusión. Específicamente en este documento se trataran de contestar dos preguntas. ¿Qué es la privatización de la democracia? ¿Cómo se ha privatizado la democracia?

La democracia es la única institución que debería de ser pública, la privatización de esta sucede cuando diferentes grupos de presion, personas y demas actores politicos la usan para lucrarse. La ven como una empresa en la que se invierte dinero y esta devuelve utilidades. Lastimosamente esto no solo es ilegal, tambien tiene un nombre... Corrupción.


La democracia define a un Estado, pero para poder analizarla se tiene que analizar a las personas o grupos de personas que son los actores que la interpretan. Las acciones de estos funcionarios publicos son de suma importancia ya que son institucionalizadas dentro del sistema. Lo que ellos hacen deberia de reflejar al sistema que representan. La privatización de la democracia ha llevado a ciertas personas en diferentes países del mundo a hacer de los gobiernos y de los partidos políticos máquinas de marketing, exorcizándolos de sus ideologías y de sus orígenes, cada vez teniendo menos identidad. Esta miope visión es lo que causa que al escuchar el concepto “política” pocos piensan en ideologías... la mayoría piensa en poder.

El político dejó de ser la persona que encarna un sentimiento, que encarna una idea. Ya no tenemos políticos románticos dedicados a defender su ideología a toda costa y a todo precio, casados con sus ideologías hasta que la muerte los separe. Ahora tenemos políticos que se creen semidioses, superiores a los demás, detentadores de poder, que piensan que se les debe respeto y admiración inmediata. Cada vez más se ve una división entre el Estado y la gente que lo conforma, y el resto de la sociedad.

¿Cómo se da esta privatización? Creo que la respuesta a esta pregunta es el oportuno emparejamiento de la política y el dinero. La unión de estos dos cambia la percepción de lo que sería lo más conveniente. Cada político llega al poder gracias a una campaña, esta campaña mientras más democrático un país, debe de ser más reñida, por lo tanto más costosa. El financiamiento de la misma no es de parte del “pueblo”, sino de parte de unos pocos que “invierten” en campaña para que al lograr llegar al poder esta inversión genere su utilidad. Los políticos se enfrentan entonces a una dura decisión... ¿a quién le tienen que ser fieles? ¿A quién les tienen que servir? ¿Al pueblo que los ha elegido para que lo representen, velen por sus derechos y así mejore el país... O a aquellos que financiaron una campaña sin cuya ayuda el político nunca habría alcanzado el poder? Es muy utópico pensar que personas simplemente donarán dinero y harán que alguien entre a la política solo por hobby o sin esperar nada a cambio.

Estos orígenes son los que dan paso a tales actitudes de los políticos, ya que en realidad ellos no están representando al pueblo, sino a grandes capitales que lubrican la maquinaria política para que esta siga caminando a toda máquina. Esta base da paso a que personas con acceso o contactos en personas dentro de la política tomen la iniciativa en ofrecer dinero a los políticos a cambio de favores... corrupción.

Existen varios tipos de corrupción, pero nos enfocaremos en dos, la de malversación de fondos públicos de parte del político para lograr con esta beneficios personales y la de recibir dinero a cambio de favores como adjudicaciones en licitaciones (sobornos). Ambos casos son tal vez los más comunes de corrupción en los gobiernos. Como primer ejemplo tenemos a Fernando Collor de Mello, presidente de Brasil del 15 de marzo de 1990 al 29 de diciembre de 1992, cuando su propio hermano lo denunció como partícipe de un elaborado sistema de corrupción. Resumiendo lo que Kurt Weyland narra de Mello en sociedad con Paulo César Farias, un amigo personal y asesor de campaña que no ocupa ningún puesto público, ambos generaron una red de influencia, sobornos y desfalcos que involucraron los dos tipos de corrupción que planteamos anteriormente. Este personaje, Farias, se acercaba a los grupos económicos que desesperados por la crisis económica necesitaban de los trabajos que ofrecía el gobierno. Farias era un intermediario que tenía mucha influencia sobre el presidente. Farias cobraba sobornos y luego aconsejaba al presidente qué proyectos desarrollar y a qué empresa adjudicarle los contratos. Misteriosamente, Farias daba regalos exorbitantes al presidente como jardines decorativos valorados en 2.5 millones de dólares o pagar cuentas de $20,000 dólares mensuales en ropa y joyas de la esposa de De Mello. Como bien señala Weyland, puede que la indignación en el caso De Mello fuera mayor tomando en cuenta que el gobierno estaba en campaña de austeridad y el salario mínimo lo habían bajado a $50.00 al mes.

El caso de De Mello es digno de analizar dado, que es un claro ejemplo de la ambición desmedida que los gobernantes tuvieron. Tomaron de excusa el modelo neoliberal que querían implantar para así cortar todos los programas de ayuda y poder robar aún más dinero. Por el otro lado, tenemos gobiernos corruptos, como el gobierno de Venezuela, que se oculta detrás de programas sociales. Estos se aprovechan de las necesidades de la población para así brindar “regalos” para mantener a la gente feliz y calmada. Lo alarmante de esta situación es que inconscientemente la ciudadanía acepta la corrupción como un hecho, dando paso a frases populares como “está robando pero está haciendo” (Ramírez).

Existe una señal aún más alarmante del nivel de aceptación que la corrupción tiene dentro de las sociedades y esta es la existencia de leyes anticorrupción y enriquecimiento Ilícito de funcionarios. Las leyes se hacen en respuesta a la realidad. Una realidad que se ha desbordado a tal punto que se requiere de ayuda legal para controlarla. Tales leyes son muy comunes en gobiernos como Honduras, Rusia, Bolivia, España, Costa Rica, Estados Unidos, El Salvador, por mencionar algunos. Como ejemplo de esta realidad tomemos el texto de la ley de Uruguay. Los artículos 157 y 158 de dicha ley resumen el espíritu de la misma condenando tanto al cohecho simple como al complejo, resumiendo el acto como:
“El funcionario público que, por retardar u omitir un acto relativo a sus cargo o por ejecutar un acto contrario a los deberes del mismo, recibe por sí mismo o por otro, para sí o para otro, dinero u otro provecho, o acepta su promesa...”

En México, actualmente el senador Ricardo García impulsa una campaña para la creación de esta ley que en sus palabras:
“Trata de evitar el abuso, influyentismo, patrimonialismo, parcialidad, impunidad, colusión, oportunismo y corrupción”

Es notorio y lamentable ver hasta dónde hemos llegado. Gobiernos e instituciones totalmente desvirtuadas y erosionadas por sus cuestionables funcionamientos. Después de analizar casos concretos como el de Brasil, leyes como la de Uruguay e intenciones o propuestas como las de México, vemos que la corrupción, entendida como las acciones que ponen a ciertas personas en ventaja o posiciones ventajosas de manera ilícita son mortales para la gobernabilidad de un país. No solo afectan la estabilidad democrática, sino que también la credibilidad del gobierno, la economía de las instituciones y el país como un todo. Lo más lamentable es que crea en el ciudadano una apatía, un deprecio y un asco hacia el gobierno que puede hasta llegar a cuestionarse si la democracia es la mejor manera de gobernar. Esta desconfianza lo que en realidad amenaza es la democracia futura de un país, ya que el pueblo en búsqueda de justicia, igualdad y orden puede optar por sacrificar la democracia.

El abuso del poder, la corrupción y demás temas expuestos no aparecen de la nada. Estos males son males creados no engendrados por el sistema democrático. Para explicar cómo estos llegaron acá adaptaremos el análisis propuesto por Ronald Inglehart y pasaremos a un ámbito interno del problema. El problema no está en la democracia, sino en las personas que la representan, tenemos que bajar un nivel, tenemos que hablar del hombre. Los gobiernos se preocupan por la pobreza y por la miseria económica, pero ¿que hay de la miseria moral y ética del hombre dentro de los gobiernos? El dinero no es el malo, es la ambición que este despierta en el hombre, la ilusión que construye en su mente, dándole ideas y aires de inmortalidad, de ser intocable, de ser todo poderoso. Creo que todos hemos podido ver esto en algún momento, desde personas en puestos muy bajos con cierto poder como los guardias de seguridad o guardaespaldas hasta la presidencia de la república. El poder, la popularidad y el dinero son detonantes para despertar en el hombre los más bajos instintos, alimentan el ego... son sabios y pocos los hombres que son inmunes al dinero. Muchos ven el gobierno como un puente, como su oportunidad única, como el pase por excelencia a pertenecer a la más alta elite de la sociedad. La realidad es muy bien descrita con el tema de obra teatral “Ahora que estoy acabado quiero ser diputado”.

La corrupción no empieza arriba, no empieza cuando se hacen negocios de millones, empieza en casa, con el ejemplo de los padres, con los valores enseñados dentro del hogar. El problema es uno culturalmente estructurado, porque ahora cada vez se premia la ambición, la riqueza rápida, a los “listos”. Se ha dejado de enseñar los valores de las generaciones que construyeron el mundo en el que vivimos y generan lo que nosotros gozamos, que son aprender desde temprana edad a valorar el dinero, a disfrutar el trabajo y a sentirse orgulloso de ser honrado. Estar convencidos que la honradez paga. La corrupción y la miseria de valores siempre ha existido, el problema es que personas que accedan a tal bajeza sean funcionarios publicos. Ellos al actuar de esta manera insitucionalizan la corrupcion. El daño real no es a la honorabilidad del funcionario, mas bien, es directo a la democracia haciendo parecer que la corrupcion es parte endógena de esta.

Mar 5, 2009

Because everyone needs a little Validation

Desde hace mucho que este blog parece el desierto del Sahara. Parecería como que se secó la creatividad, o que la situación de politica, politiquerías y campañas nos ha dejado agotados a todos. Pero como hijos pródigos, volvemos a The Imprenta, para continuar con este intento de hacer pensamiento y conquistar el mundo con la palabra escrita. Llorar, soñar, reirnos, tomarnos en serio o a broma.

Creo que esta es la mejor manera de regresar. Dándoles algo para que sonrían. O si son un poco como yo, para que lloren.
aaaaaaand we're back!