Aug 28, 2008

Go veg!

Tengo 3 meses y medio de haberme vuelto vegetariana. Quiero aclarar al lector, que este blog entry no es un reality show dedicado a mi dieta alimenticia, ni una oda al mundo vegetal, ni un lamento por las muertes animales, ni una exposición de los motivos de mi decisión; misma que simplemente veo como "hacer mi parte" en este mundo.
A continuación, solo quiero dedicarme a comentar lo que estos 3 meses y medio me han dejado de experiencia sobre las diferentes maneras de pensar de la sociedad con respecto a los habitos y costumbres del prójimo.
Imagínese el lector el escenario. Una mesa digna de un show en el Food Network. Miembros de cada sector de la pirámide alimenticia esperando ser devorados por hambrientos comensales, que educadamente, solo esperan el "banderazo de salida". Comienza el banquete. Yo incluída, lleno mi plato con todo lo que me permite mi estilo alimenticio, todo sin hacer escándalo y sin hacer un manifiesto de mis razones, procurando pasar lo más desapercibida posible para evitar lo que sé que inevitablemente, vendrá a continuación. Sin falta, algún curioso se percata que no hay más que ensaladas y vegetales en mi plato, y pregunta, con tono de burla "¿Te has vuelto vegetariana?", después del "Sí", comienza un interrogatorio que nada tiene que envidiarle a los juicios de Nuremberg, y en el que derrepente, se me ha puesto en el banquillo de los acusados por un crimen que no alcanzo muy bien a comprender. La pregunta más recurrente es "¿por qué?" y se me bombardea repetidamente con el "daño" que puedo estar haciéndole a mi salud (Dato curioso: según la opinión general, aparentemente la carne en términos de comida es el equivalente a lo que sería fuente de la vida eterna en términos de salud, y alguien que no come carne es un suicida a largo plazo. Este argumento es el más usado, haciendo, por supuesto, caso omiso de opiniones médicas contrarias).
Después de mis respuestas que ya salen casi automáticas y copy pasteadas de mi subconciente despues de tanta repetición, me enfrento a las miradas escépticas y burlonas de muchos, al apoyo de otros y a la indiferencia del resto. No espero que nadie me apoye o se una a mi causa, y tampoco ando por el mundo apedreando a los carnívoros, sin embargo se me hace sumamente curioso el resultado de un experimento social que hice el otro día. Plantéese el lector el mismo escenario, con diferente compañía. Ante las preguntas de porqué en mi plato resaltaba el verde y ante la obvia falta de proteína animal en mi menú, contesté "Es que estoy siguiendo una dieta sumamente estricta para bajar de peso". Respuesta correcta. Aprobación general. No se habló más del asunto.
Repítase el escenario, con nueva compañía. Surgen las preguntas, y vuelvo a variar la respuesta: "Es que no me gusta la carne, me da un poco de asco" (cosa que nunca ha sido verdad: como a cualquier simple mortal, el olor del tocino siempre me pareció de las cosas más atractivas para las fosas nasales, compitiendo por esa posición muy de cerca con el olor a Albahaca, algunas colonias y perfumes, y el café, pero ese es otro tema). Nuevamente, no hay reacciones negativas; un poco de curiosidad talvéz, como cuando digo que no me gusta el chocolate, pero intolerancia decidida, no.
Las conclusiones que me dejó mi experimento social fueron que, a la hora de juzgar los comportamientos ajenos, los motivos lo son todo. El problema no fue nunca el consumo o no de carne, sino las razones detras de ello. A nadie ofendía o sorprendía que yo pudiera estar en una dieta en pro de la estética, y los riesgos en los que pudiera poner mi salud en busca del alcance de ese propósito tan noble a todos tuvieron sin cuidado. Nuevamente, los gustos o caprichos culinarios que pudiera haber presentado, a nadie sorprendieron. El problema de mi vegetarianismo no son los riesgos a mi salud sino la intolerancia hacia las ideas que lo motivaron en el primer lugar. Lo que muchos encuentran ofensivo es ver a alguien actuando por algo que encuentran ridículo y absurdo, sin importar que quien actúa lo hace por convicción. (Porque hay convicción. Con lo que me gustaban las Big Mac, creanme que le dí un par de vueltas a este asunto del vegetarianismo. Taylor Clark lo explicó mejor que yo).
Al principio me sorprendí de mis conclusiones. Pero después me acordé que vivo en un mundo donde el calentamiento global todavía es cuestión de fe (los que creen y los que no), la raza todavía es un tema del que merece escribirse y cuestionarse, donde tienen que existir movimientos feministas para evitar que la mujer siga en desventaja por ser mujer, y donde todavía haya ciudadanos a quienes los gobiernos consideren de segunda clase y a quienes se les nieguen derechos que sólo por ser ciudadanos deberían de tener. Este mundo no es nuevo. Es lógico que quienes queremos cambiarlo, encontremos un poco de resistencia.
Con respecto al vegetarianismo, yo sé que no es para todos. Hay mil versiones. Mil razones. Algunos, solo necesitamos una. Y si me basta a mí, debería de bastarle al mundo.

1 comments:

Soy Salvadoreño said...

Me deja boquiabierto ese "experimento" social y sus resultados.
Conclusion: Intolerantes somos. Y eso que no te encontraste con intolerantes a las dietas o a los gustos personales, sino el mismo interrogatorio y rechazo a esas "ideas extrañas".
La frase que mas me gusta del texto es "Lo que muchos encuentran ofensivo es ver a alguien actuando por algo que encuentran ridículo y absurdo, sin importar que quien actúa lo hace por convicción". Falta respeto, solo porque si en este paisito.

Buenisimo post y conclusiones curiosamente derivado de un tema que no lo parece tanto.

Saludos