El tema de los inmigrantes a USA es uno que nunca pasa de moda. Desde las NGO's pro derechos humanos que luchan a brazo partido por los derechos de los pobres mojados hasta los minutemen, patriotas vecinos de la frontera que se han tomado la justicia por las manos en un rol de vigilantes autonombrados. Los gobiernos viven poniendo en la mesa de discusión de política internacional los derechos a los inmigrantes, negociando nuevas oportunidades, permisos de trabajo, mejores tratos, TPSs, prorrogas, o incluso green cards.
Es lógico que la discusión se polarice entre los más radicales. Sin embargo, es una discusión que no debería limitarse a dos espectros (a favor o en contra de la inmigración) sino contemplarse a travéz de la realidad. Es cierto, los USA son igual de soberanos que el resto de países del mundo, y en vista de esa soberanía, sus fronteras son suyas y aunque le pese al protagonista latino del sueño americano, están en su pleno derecho a defenderlas. Pero la soberanía debe verse de los dos lados. Los países latinoamericanos, incluyendo El Salvador, también son soberanos, con derecho sobre lo que entra y sale de sus fronteras. Esto suelen olvidarlo los USA cuando su ímpetu defensor de su soberanía choca con sus intereses económicos. USA hace uso del 30% de los recursos naturales del mundo aún cuando su territorio no constituye un tercio de planeta y a pesar de que su población sólo compone el 5% del total global. (Esto no me lo he inventado yo). ¿Y la soberanía de los demás países dónde quedo?
La conclusión que se deriva de esto es, que para construir esa tierra fértil de sueños, promesas y oportunidades con la que sueñan tantos inmigrantes latinoamericanos, enriqueciendo coyotes y afinando las punterías de los minutemen, los USA exportan lo que la construcción de esa tierra cuesta. Esto es, la explotación de recursos naturales, la basura, la manufactura de las maquilas, la producción en masa de diferentes productos en los países tercer mundistas con condiciones absurdas de trabajo. En pocas palabras, el trabajo sucio.
No es tan dificil preguntarse entonces por qué hay tanta gente soñando con inmigrar a pesar de los costos económicos, físicos y monetarios. Simplemente porque en sus tierras, donde los ríos están sucios, la paga no es tan buena para quienes tienen menos oportunidades y donde cada día quedan menos paisajes para admirar, no se vive bien (o no tan bien como en la TV). Y aún cuando esta gente paga los costos para que otros en el norte de América vivan bien, no pueden recibir los beneficios. Los ecuatorianos pagan la devastación de las Amazonas para la construcción de oleoductos made in USA, pero eso no les da derecho a un buen sistema de educación o una SUV. Diferentes países de Centro América pagan los costos de la explotación laboral de su gente pero no reciben a cambio la ropa de calidad que fue producida o los zapatos que son el último alarido de la moda.
No estoy a favor de la inmigración ilegal. Cada país debe proteger sus fronteras y a sus ciudadanos, velar por sus mejores intereses y crear lugares donde sus ciudadanos puedan vivir bien. Pero la manera de erradicar la inmigración no es "cazando" a los mojados como prairie dogs o deportando en masa sino conseguir que las poblaciones tendientes a inmigrar tengan un país en el que quieran permanecer. Las condiciones de vida de cada país son responsabilidad de sus gobiernos... y de aquellos que con sus acciones las han afectado de alguna manera.
La única manera de erradicar la inmigración ilegal es cargando cada quién con sus costos y sus beneficios. Esta postura es imposible en una época donde la globalización parece ser la única manera de sobrevivir. Pero la globalización que hace sentido, es una globalización justa, donde beneficios y costos sean equitativos y los CAFTAs realmente sean un win-win situation. Lástima que a USA se le ha olvidado que la inmigración no es más que una parte de los costos de crear una potencia mundial y económica.
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